Hoy a la tarde, mientras estaba en diálisis, recalé en el grupo que abrí en Facebook para ver cómo andaban las cosas por ahí. Me gustó ver que el grupo creció (un poquito, pero creció) desde la última vez que estuve, hará tantas semanas que no las puedo contar, parafraseando a la canción de Atahualpa Yupanqui.
Y ví que mucha gente mandaba saludos por fin de año. Y me dí cuenta de que yo, aún, no había escrito nada sobre el tema. Así que me pareció piola tirar algunas reflexiones, que mandé a los 88 miembros del grupo, y ahora comparto acá con quienes no las hayan leído todavía o no tengan cuenta en Facebook.
Les deseo lo mejor para 2010. Va lo que publiqué hoy.
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Cada vez que termina un año en que uno está en diálisis surge, naturalmente, la necesidad de levantar la cabeza y mirar no sólo a los costados, sino hacia atrás, para ver el camino que hemos recorrido con el tratamiento, y hacia adelante, preguntándonos cuánto nos faltará para el trasplante, quienes estamos en condiciones de afrontarlo, o si podremos mantener o mejorar el espíritu con que venimos recorriendo este camino que a veces tiene sus «cuestas arriba» y sus complicaciones.
En un tratamiento como éste la gran clave no está (o no solamente) ni en nuestra sangre, ni en nuestros maltrechos o desaparecidos riñones, ni en los niveles de urea, calcio, fósforo, potasio o de la hormona PTH en sangre. Tampoco, en el caso de los diabéticos en diálisis, está en mantener adecuados niveles de glucemia. La gran clave está, en realidad, en nuestras cabezas, en la posibilidad (que exige fortaleza de ánimo) de mantener –para usar una fórmula trillada– «espíritu y actitud positivos» ante el tratamiento. Puede sonar hasta cursi dicho así, pero si siguen leyendo creo que verán que no es así (sigue). Lee el resto de esta entrada »