En la entrada anterior describí brevemente cómo llegué al sector Autorizaciones del Hospital Italiano para cumplir con el paso obligatorio de lograr que me tomaran por válidas las autorizaciones que el Gerente de Prestaciones de ASE, Ricardo Fernández, debía haber firmado en cada una de las 10 órdenes médicas que me habían dado en el Servicio de Nefrología del hospital mencionado.
Y cómo me encontré con el obstáculo de que el doctor Fernández había colocado sólo una firma y sello por página, pero con el detalle de que en cada página de ese fax aparecían al menos cuatro órdenes juntas… y en el Italiano, al tratarse de prácticas médicas que debían realizarse en servicios independientes, no me aceptarían las benditas órdenes si cada una no tenía su correspondiente «bendición». La historia continuó así.
* * * * * * * * *
Hubo, entonces, un segundo llamado de Cecilia a Patricia, de ASE, pidiéndole que por favor hicieran firmar cada orden por el Gerente de Prestaciones. Éste no estaba disponible en ese momento, así que quedaron en que «en un rato» lo harían.
Para no perder tiempo, pasé otra vez esa misma tarde por el mismo lugar, después de mi sesión de diálisis, así retiraba las benditas autorizaciones para los benditos estudios, de modo de poder comenzar, a la mañana siguiente, con la reserva de los benditos turnos, y sacarme los benditos estudios de encima.
Hete aquí que cuando llegué, Cecilia ya no estaba. Había un solo empleado en el sector de tres escritorios (se llama Joaquín) con más cara de aburrido que Cecilia esa mañana.
Le expliqué la situación. Buscó entre algunos ficheros, a su espalda, y me dijo que no había nada. Solté una maldición hacia mis adentros, agradecí y salí a la calle. Llamé a Liliana, quien por suerte estaba: me dijo que a los 10 minutos del segundo llamado de Cecilia, esa mañana, habían faxeado las órdenes con la autorización, por segunda vez (sigue). Lee el resto de esta entrada »