Hacia la noche de ese mismo día digamos que mi paciencia comenzaba a dar fuertes señales de agotamiento. Desde (aproximadamente) las 10 de la mañana del día anterior estaba en esa misma cama, casi en la misma posición y viendo prácticamente las mismas cosas de la misma habitación. Y por más que uno se ha ejercitado en estas cosas de la paciencia (gracias a la diálisis, justamente) uno es un ser humano, y necesita de vez en cuando un cambio de ambiente.
Pero resultó que cuando pregunté acerca de mi traslado a una habitación común me desayuné con la novedad de que no había lugar en el Sector 9, que era –como dije antes– el sector del hospital donde están las habitaciones «aptas conectividad»… pero no conectividad con Internet, sino con las máquinas de diálisis. Lee el resto de esta entrada »