Diario de diálisis

Crónicas, reflexiones y sentimientos de un paciente que comenzó un tratamiento de diálisis

CUENTOS EN DIÁLISIS: ¿PURO CUENTO?

Posted by Alejandro Marticorena en lunes, 27 agosto, 2007

Hace menos de diez días anuncié acá lo que considero una buena noticia: que todos los viernes tendríamos la visita de una persona de Fresenius Medical Care, Andrea, quien dedicaría una media hora, más o menos, a contarnos cuentos, leyéndolos. O, incluso, a compartir los que cualquier paciente quisiera llevar para ser leídos en la sala. Una manera de hacer más amena la rutina de la diálisis y, entiendo yo, una forma de lograr que nos comuniquemos más entre los pacientes.

Una buena iniciativa, en suma.

Bueno, la mala noticia ahora es que Andrea ni apareció el viernes por el Centro de Diálisis del Hospital Alemán (no al menos en la Sala 1, la mayor, donde me dializo yo) ni se nos informó el por qué de tal ausencia.

Relatos perdidosPrimer responsable, para mí: Fresenius. Lo lamento, pero esa empresa es la que le paga el sueldo a Andrea. No hubo aviso previo; por consiguiente la hago responsable. Y digo todo esto con bastante bronca. Pareciera que bastó que se me ocurriera elogiar algo que me parece bueno, para que la realidad se encargue de recordarme que estamos en la Argentina, donde cualquier servicio puede ser interrumpido sin que a ningún responsable se le mueva un pelo para al menos informar a los beneficiarios el por qué de tal suspensión.

Pero los motivos de mi bronca no terminan ahí…

Hubo, además, otra cosa que me movió al fastidio. Algo, para decirlo exactamente con todas las letras, que me rompió soberanamente las pelotas. Y en esta oportunidad, Fresenius no tiene nada que ver. O sí: ya se verá.

Si es cierta la versión que me llegó, pude enterarme de que la semana pasada, una paciente del tercer turno (que va de las 17:00 a las 21:00) se quejó airadamente y a viva voz por la presencia de Andrea, aduciendo que le molestaba su voz y que, al contar su cuento, no la dejaba escuchar la tele (o la radio, o no sé qué demonios) pese a que tales actividades pueden hacerse a la perfección con audífonos que se conectan a unos cablecitos que están ahí para eso.

Conclusión: parece que fue tal el escandalete que armó esta señora que Andrea no tuvo más remedio que irse.

Algunos pensamientos, sólo en caso de que la información que me llegó se ajuste a la verdad:

  • Pregunto: la gente que la estaba escuchando a Andrea, ¿no dijo nada? O realmente les importaba un rábano que Andrea estuviese ahí, o fueron lo suficientemente cobardes como para no poner a la señora en su lugar, explicándole que la voluntad de una mayoría siempre es más atendible que la susceptibilidad (o intolerancia) individual.
  • Una actitud como la de la señora me parece, lisa y llanamente, cagarse en los demás. Si nadie se había pronunciado en contrario, es de suponer que al resto de los pacientes no les molestaba que Andrea estuviese allí, intentando simplemente hacer algo bueno por ellos: volverles más amena una sesión de diálisis.
  • Yo también soy un paciente en diálisis así que hablo con tanta autoridad como la señora (o más), o como la de cualquier paciente de ese centro de diálisis. Todos sufrimos los avatares de este tratamiento; todos tenemos, además, nuestros problemas personales, tenemos nuestros días y nuestras noches, tenemos nuestros altibajos y tenemos nuestros «revires».
  • Es más: la mayoría (no todos, pero la enorme mayoría) de los pacientes que veo cada vez que voy a dializarme son mayores que yo. Bastante mayores. Y vivieron sus vidas, en términos generales, sin diálisis hasta una edad bastante más avanzada que la mía. Yo tuve que comenzar diálisis a los 41 años. Y como los riñones trasplantados no son para siempre (en promedio –y repito: en promedio— duran entre 10 y 15 años) es de suponer que es altamente probable que, una vez trasplantado, yo deba volver a diálisis en algún momento. Cosa, por ejemplo, que no les sucederá a muchos de esos «mayores», quienes podrán confiar más que yo en que, una vez trasplantados, la sobrevida del órgano donado les alcanzará para cumplir con la expectativa de vida que tenemos los seres humanos en estas latitudes y en esta época. Es decir, podrán morirse sin volver a diálisis, para decirlo directamente.
  • Lo dicho tiene un objetivo: decir que, en algún sentido, esta realidad de la diálisis me es más perjudicial a mí que a ellos. Y que por eso mismo yo tendría algunos motivos más que ellos (o que la señora, para ser específico) para estar medio «histérico» (que muchas veces lo estoy: pregúntenle a mi esposa si no). Pero hago lo posible para dejar mi «histeria» de las puertas del centro de diálisis para afuera. Ya tenemos bastante con lo que estamos viviendo como para ir a ensuciarle el ánimo al que está al lado, que a la sazón está viviendo exactamente lo mismo que uno.
  • Con respecto a Fresenius: si la iniciativa no dio los resultados esperados y es preferible no contar cuentos en la sala porque hay pacientes a los que les molesta escuchar a una señora hacerlo, lo que hay que hacer es comunicarlo a los pacientes a los que sí nos interesa que haya alguien, media hora por semana, tratando de hacernos más amena la sesión de diálisis, que es, como dije alguna vez en un lejano post, una apología de la rutina. O bien…
  • … podrían haber comenzado por preguntar antes a los pacientes, vía encuesta, por ejemplo, sobre qué les parecería que, media hora por semana, una señora se plantara en medio de la sala para leer en voz alta cuentos, compartir los que trajese cualquier paciente y/o, en suma, favorecer la comunicación entre personas que viven lo mismo y cuyos padecimientos, angustias, pesares y tristezas, seguramente, son muy parecidos. Pero, en definitiva, no sé por qué soy yo el que tiene que estar sugiriendo estas alternativas. ¿No debería ser Fresenius quien lo haga?
  • Por último: no quiero pensar que la ausencia de Andrea será definitiva, y mucho menos que la razón fue la reacción (si fue cierta) de la señora del tercer turno, porque entonces la falta de respeto tendría dos fuentes: la señora en sí, y la propia Fresenius, máxime en caso de que ni siquiera nos comunique oficialmente que tal servicio (que para mí lo es, e importante) será suspendido y por qué causas.

También es cierto que soy un vasco calentón y que muy probablemente haya elementos que desconozco y que, o bien morigeren, o bien modifiquen drásticamente mis percepciones de este momento, que no por sulfúricas me parecieron inválidas de expresar aquí.

Después de todo, este blog está para expresarse libremente. Y si no puedo hacerlo yo, que lo creé, pues bien… estamos «en el horno», como decimos últimamente los argentinos.

Veremos qué sucede el viernes que viene. Como decían las series televisivas de los ’70, cuando yo era chico: «esta historia continuará…»

5 respuestas to “CUENTOS EN DIÁLISIS: ¿PURO CUENTO?”

  1. Beto said

    Lamentablemente y en mis años en diálisis he visto que la gente en general es muy pasiva respecto de presentar quejas o de expresar su opinión a quién corresponda.
    Muchos pacientes se quejan entre ellos respecto de una situación que les molesta, pero no se lo comunican a los responsables. Esto no soluciona nada en absoluto y como vos decís nadie le quiso decir nada porque le tenia «miedo» o bien con esa avanzada edad no quisieron meterse en una situación que seguro para ellos es «superada». Seguro que después entre ellos se quejaron, pero nadie plasmó esa queja en algún responsable.
    Suele suceder y cada vez veo más parecido a mi centro de diálisis a 450 kilómetros del tuyo…
    Saludos

  2. Andrea Arrieta said

    Alejandro:
    Lamento que mi falta a la sala el viernes pasado haya ocasionado esta confusión. El motivo para no estar fue que desde hace varios días estoy con un fuerte dolor en la espalda que me tiene «a mal traer». Me apena mucho que mi falta de comunicación haya provocado este enojo. Por lo que pido mil disculpas!!! Lamento también que se haya confundido la información, porque lo que sucedió en el tercer turno no afecta en nada la continuidad de la actividad en el turno en el que vos estás. Incluso posiblemente tampoco en el tercer turno, para poder ofrecer esta propuesta a quienes sí deseen tenerla.
    Espero poder con estas modestas líneas haber aclarado la confusión que podremos seguir despejando el viernes que viene cuando nos veamos en la sala y sigamos disfrutando del placer que nos otorga compartir una historia.
    Mil disculpas nuevamente y gracias por apreciar lo que se intenta hacer con esta iniciativa!
    Hasta el viernes.
    Andrea

  3. Respuesta al comentario 1, de Beto. Creo que, quizás en parte, esa actitud es la pesada herencia que nos ha dejado la última dictadura militar. Es mi opinión, al menos. Nos han educado para no protestar, porque «el silencio es salud», porque más vale «no te metás» y porque después, si pasa algo, es porque «algo habrás hecho». Creo que el reclamo por nuestros derechos, o muchas veces el simple protestar, muchas veces lo asociamos (me incluyo, no soy ningún superado) con actitudes que, en aquellos años de plomo, ellos llamaban «subversivas».

    Un abrazo, y gracias por tu participación, Beto.

    Alejandro Marticorena.

  4. Respuesta al comentario 2, de Andrea Arrieta. ¡Hola, Andre! perdón por la tardanza en responder, pero es que el diario Clarín me ha dado trabajo últimamente 😉 (no sé si leíste los últimos posts).

    Te agradezco mucho por la aclaración. Lamento que no hayas podido venir y espero que ya estés mejor. Como yo mismo dije en ese post, el motivo de tu ausencia era otro y (no es la primera vez) obré como el vasco calentón que soy.

    Te mando un beso y espero verte el viernes.

    Alejandro Marticorena.

  5. Dr. Zeus. said

    Fresenius quemó la planta vieja de depósitos en Pilar para poder echar a gente que ya no le servía y fabricar cosas nuevas. Es un monopolio que no solo esclaviza a sus empleados sinó que además de cobrar por cada paciente varios sueldos que no imaginan, arregla siempre con los gobiernos de turno para acaparar todo lo que mas pueda de pacientes.
    La gente de Fresenius tienen la sensibilidad de los nazis, y ya tendré varias pruebas de como operan.
    Entre ellos gente de muy arriba caerá junto a ellos.
    Un sueldo de colectivero es superior
    de el que tiene su vida a su cuidado.
    Sino preguntenles aunque muchos de ellos por miedo no hablarán.
    Ojalá puedan uds. recuperarse totalmente de sus dolencias.
    Y esta gente que solo lucra con el dolor padezca lo que se merecen.
    Dr.Zeus

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